viernes, 16 de octubre de 2015

SERONDA Y FUTURO







Al llegar estos días de aire caliente del sur, de seronda plagada de matices, colores ocres, anaranjados y cielos bermeyones al oscurecer, me pregunto, porque me  preocupa, cómo será el poblamiento, los cultivos y por ende el paisaje de mi querido concejo de Las Regueras dentro de veinte años. 

Con motivo de la llegada de la reina de los frutos locales: la castaña valduna, el Ayuntamiento de Las Regueras organiza un Certamen-exposición para honrar este fruto de dioses o diosas. Se celebran en el recinto ferial, mercadillo, tonada, exposición y venta  de productos de la huerta, artesanía, etc.

Una de las principales atracciones es la muestra etnográfica, que no es otra cosa que recopilar herramientas, aperos de labranza, útiles y cachivaches del hogar de antaño para que no se nos olvide cómo vivían nuestros ancestros.
Para darle a  la muestra más viveza y realismo se utilizan varios elementos del campo como las "picas de maíz" también llamados gavellones, hechos con gavillas, una vez recolectado el maíz y que  después de seco y triturado servía antiguamente  para alimentar al ganado y hoy terminan hechos cenizas para fertilizar la tierra. Después de mucho buscar  a lo largo y ancho del concejo, al fin aparecen en una tierra en la que estaban de elemento decorativo unos cuantas de estas efímeras edificaciones.



 Difícil tarea también supone buscar panoyas (mazorcas) y  vilmas para hacer las riestras ; hasta paisanos  que sepan tejerlas son una  especie en extinción,  casi ni corredores donde colgarlas, ni tayuelos ( bancos típicos) para sentarse y esfoyar (deshojar el maiz)... eso suponiendo que hayan quedado las hojas.... Después de una ardua tarea aparecen dos docenas de panoyas( mazorcas), cuatro hombres octogenarios ..,  y a falta de vilmas, cuerdas rojas de fardo. Al final objetivo cumplido y riestra (ristra de maiz) finalizada. Los asistentes, sobre todos niños y adultos de las ciudades se quedan ensimismados y nosotros los que amamos las tradiciones satisfechos de aportar algo aunque sea una o dos panoyas para conservar el patrimonio inmaterial.

 ¿Que nos quedará entonces dentro de veinte años? Un parque temático de la esfoyaza ?


¿Qué futuro espera a un campo poblado de especies invasoras, tanto humanas como vegetales?  
Muchos mostramos orgullosos los frutos recogidos esta seronda; higos, manzanas, nueces, avellanas, calabazas ....Y al final todo ello son 10 o 20 kilos de ilusión y de tradición y a la semana siguiente ya estamos en cualquier gran superficie llenando el carro de manzanas de Lérida, de castañas de El Bierzo ,de fresas de Huelva y de leche francesa.

Qué futuro queremos si nuestros hijos  no saben si las patatas están enterradas o colgando de un árbol y algunos de nosotros no sabemos si la luna crece o mengua. 

Con el depósito de la calefacción bien llenito vamos a trabajar en un coche estupendo a una ciudad, a un polígono industrial o a un centro comercial con letreros grandes y luminosos y volvemos por la noche, abrimos el portón del garaje escondido tras un muro bien alto, encendemos la luz y la calefacción de gasoil, y vuelta al mismo ciclo hasta que llega el fin de semana y observamos si el limonero tiene una flor o la azalea está brotando y como el estiércol huele tan mal abonamos con líquido que viene en un bote verde .

Colocamos el riego automático, el robot que siega el césped, las luces solares, los enanos de cerámica en el jardín y disfrutamos de la vida mirando al campo sin el campo.

A esta hora ya de la mañana llega el panadero y nos trae además la prensa diaria para que no tengamos que relacionarnos con ningún vecino camino del bar para hacer la compra. Nos conectamos a internet con una banda que ni es ancha ni llega a ser banda y hablamos con gentes de mundos lejanos mientras que los tractores pasan manchando de barro el camino asfaltado y el vecino ganadero abre un bolo que huele fatal y hacemos una mueca de asco. No vivimos del campo ni en el campo, habitamos una casa urbana infiltrada en un espacio rural. Estamos colonizando un espacio que no nos corresponde porque no aportamos nada para su desarrollo. 
¿ O si?
 Sinceramente yo que tengo profundas raíces campesinas y agricultoras no consigo hacer nada porque mi pueblo no desaparezca, y si alguien no está dispuesto o no sabe aportar las herramientas para  crear el equilibrio entre tradición y modernidad, le queda poco tiempo...

Si el desarrollo rural sostenible llega; que sea pronto. 

Finalizo con una reflexión del gran experto en este tema, Jaime Izquierdo Vallina:.... "qué queda para el museo y qué para el futuro".