martes, 31 de mayo de 2016

Donde habita el olvido.


"El silencio sepultará las casas" 
(La lluvia amarilla, Julio Llamazares)



Es cierto que encuentro algún tipo de fascinación y atracción por las casas abandonadas . No sé qué extraño poder me lleva a pararme a mirar, a imaginar a deducir lo que pudo haber sido. A meditar donde  habita el olvido; entre las ruinas. A veces sin techo, otras sin siquiera paredes; con las entrañas al descubierto.
Lo que fué un hogar; un lugar donde lloraron, amaron, se sentaron a la mesa, compartieron abrazos, engendraron nuevas vidas, proyectaron un futuro, es hoy una zona yerma; donde escuchas tu respiración, y el sonido de la naturaleza y el silencio se convierten en protagonistas. Te sientes como el explorador que  encuentra un secreto, y contienes el aliento por si la musa te dicta las palabras para expresar el sentimiento que quieres y no sabes describir. 


La naturaleza poco a poco va recuperando lo suyo, y vuelve a enraizar la hiedra en el espacio que antes ocupaban los dormitorios. Las flores desordenadas luchan por renacer cada primavera en el lugar que ocupaba el jardín; sin nadie que las riegue ni las mime;pero ahí siguen resistiéndose a morir, venciendo a cada invierno.
Nacer, aguantar, trabajar, malvivir y  abandonar los territorios. Ese es el proceso.
Cuando no había pan para todos y la tierra no producía para sobrevivir, no hubo alternativa.


Sé que hubo vida, se que lloraron al marchar y al volver; y que en cada regreso cada se habia derrumbado un poco más y había nacido un arbusto nuevo. 
En alguna piedra de las que siguen en pie habrá grabado algún nombre; las más oscuras son las que ahumaron las teas de las largas noches de frío y desasosiego pensando en la marcha a la gran ciudad o más allá del océano. No habrá sido fácil.


Algo quedará en el interior, algún recuerdo, algún retrato, algún retazo de sueños, suspiros y proyectos. 
Esa casa un día abandonada por otra casa mejor y más tarde olvidada por una vida mejor. 
Cuanta historia en esos muros, cuanto abandono, cuanta pena, cuantos  olores, sensaciones, rastros sombrios,  meláncolica belleza, adioses,  inexorable paso del tiempo donde la vida se detuvo a veces de forma brusca otras poco a poco.

Afortunadamente en Las Regueras no hay ningún pueblo deshabitado pero sí muchas casas que producen esta sensación de ausencia y que morirán bajo el peso del tiempo y de las raícese en íntima comunión con la tierra. 








No todos los pueblos tendrán la suerte de Ainielle y no habrá quien les escriba. 

1 comentario:

  1. creo que en esos paisajes está mi novela (igual también la tuya) hay que ponerse en serio.

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