miércoles, 1 de agosto de 2018

SANTULLANO.¡QUE EMPIECE LA FIESTA







Cada vez que se acerca la fiesta de Santullano y de cualquier pueblo, los vecinos se preparan para vivirla intensamente. 

Llegan familiares y amigos, se encienden las cocinas de leña, los pollos esquivan a sus dueños porque intuyen su cercano y triste final, se desempolvan vajillas y se airean los manteles de hilo. Se encala un poco la fachada y parece que el tiempo se hubiera detenido, y la memoria nos lleva a la niñez y al olor a eucalipto de los postes de la luz recién cortados, plantados en el prau de La Rasa, que servían  de base para las cinco guirnaldas de colores que alumbraban bien poco, pero que a nosotros nos daba igual;  la fiesta era nuestra y brillaba como ninguna. 




Algun año hubo cross popular y carrozas, y me vienen a la memoria aquellos festivales de canción asturiana, presentados por Cuchi, los tomboleros negociando con Fonso, el precio y la ubicación de las atracciones y Mariano vendiendo tiras de colores para el sorteo del jamón,  mientras sonaba "Yo no te pido" y guardaba la "mercancia" para  marcarse un pasodoble cañí. 
Hubo orquestas malas y peores, hubo noches memorables con Assia, agrorock de Los Berrones, cumbias con Ra-fa-ga y su "Mentirosaaaa". 
Pero lo tiempos cambian; hay que tener cuidado que no te multen por pegar un cartel en cualquier sitio, hay que contratar orquestas grandes y con mucho humo, pagar por ello, y pagar derechos de autor y contratar una póliza de responsabilidad civil y pedir autorización en el Ayuntamiento, al guardamontes, contratar bebida, pan, bollos con chorizo, buscar parrilleros, juegos de parchís y cartas, mesas y sillas, montar la barra, comprar el avituallamiento para que no falte de nada. Y antes de todo encargar los carteles, organizar la Ruta a Caballo, contratar un generador, comprar voladores, encargar  camisetas, etc. etc...Y para costear todo esto hay que trabajar duro en la barra,  y vender vales de bollo preñao y botella de vino,a un módico precio de seis euros, que es la única contribución económica que se pide a los vecinos. 
Algunos ni siquiera lo compran alegando que tienen el colesterol alto y no comen chorizo o que su médico les recomendó no beber, así que para que quieren el vino...
En fin, chorradas aparte; una fiesta de pueblo se hace, aunque haya quien lo dude aún , de manera desinteresada por un grupo de personas que quieren preservar las tradiciones, ofrecer su trabajo para que los otros disfruten y hacer que los pueblos mantengan lo poco que les queda de pueblo; la convivencia, la buena vecindad y las costumbres ancestrales de echar un gavitu,  unirse para una sextaferia o echar una andecha. Porque en Santullano cuando hay que festejar, sabemos hacerlo como nadie. 
Por todo ello la Comision de Fiestas debería tener el agradecimiento de sus convecinos por ese trabajo altruista tantas veces criticado y tan poco valorado. 
Si estoy días os ofrecen una papeleta para el día del bollu; compradla que no son de ninguna secta ni os van a pedir que os cambiéis de compañía de teléfono. Y gastad algo en la barra que queda fatal hacer botellón o llevar la comida de casa. 
¡Felices fiestas de Santullano!

viernes, 27 de julio de 2018

EL VERANO HA MUERTO







El verano ha muerto. Todos los esfuerzos por salvar su vida han sido inútiles. Adiós operación bikini, melón con jamón, tinto de verano, sidra asgaya; hasta siempre fiestas de prau y bolos de hierba . Contigo te llevas el bronceador protección 30, el after-sun, las gafas de espejo, la camiseta de tirantes, la sombrilla de rayas azules, la piel con sabor a sal,  y el abanico . Hay quien dice que no estás muerto, que andas por Benidorm, ligando alguna nórdica grandona y colorada como un tomate . 

Otros dicen que te secuestraron en el Carmín y que piden 30 cajas de sidra por tu rescate, que igual te liberan en Astursella. Se comenta que realmente has muerto de encharcamiento o de un ataque de bruma y orbayu, incluso hay quien se atreve a asegurar, que estos días reapareciste en Valencia de Don Juan o que has perecido en plena juventud, en una noche de tormenta. Para los que te apreciábamos, es una pérdida irreparable; echamos de menos tu abrazo cálido, y lo sustituimos por una mantina de noche y una rebequina de día; la humedad nos encoge por momentos. Ya no sabemos si existe el horizonte o ha desaparecido contigo. 

Si alguien te tiene retenido, por favor que te suelte para la fiesta de Santullano. Ofrecemos una caja de sidra más, tres bollos preñaos y cuatro raciones de costilla. Y si de verdad te has muerto, es una putada grande. 





jueves, 4 de enero de 2018

CARTA DE LOS REYES A LOS NIÑOS







"Queridos niños: Decidles a los políticos de vuestros pueblos y ciudades que nos dejen hacer nuestro trabajo. Somos magos, venimos de Oriente y hemos recibido vuestras cartas. Dejadnos la zapatilla, agua para los camellos y algo de comer para el camino, que es largo y duro y en cada sitio nos exigen un look diferente. No podemos cargar con tanta ropa ni con tantas responsabilidades. Decidles a los alcaldes que hacemos lo que podemos, que no os quiten la ilusión. Que llevamos caramelos y golosinas, que un día al año no hace daño, que sólo queremos hacer del día 5 de enero la noche más mágica del año y que es vuestra, no de los mayores. Que no importa como, pero que llegaremos a pesar de los temporales. Estamos cansados de que los medios de comunicación se hagan eco de nosotros a diario, no queremos conceder entrevistas ni ser famosos ni mediáticos. En nuestro mundo no se cuestionan tantas cosas.
Decidles que no les vamos a votar porque no estamos empadronados y no tenemos edad. Somos eternos y magos.

Un beso de Melchor, Gaspar y Baltasar."

sábado, 16 de septiembre de 2017

MIÑERA DE LUNA O EL ESQUELETO DE UN PUEBLO





La imagen de los troncos muertos y abrazados, estremece y sobrecoge. ¡Cuantos abrazos habrán quedado entre las piedras y en las grietas de la tierra!









Se pueden trasladar los muebles y los aperos de labranza, pero los sentimientos quedaron ahogados y la identidad sumergida.



¿Qué habrá sido de Olegario Martínez, el frutero?










Se pueden borrar los pueblos de los mapas, pero la naturaleza  pugna por resurgir de nuevo; el río brota y la hierba renace en una tierra que se abre para respirar después de sesenta años anegada.






Aquí habitan los fantasmas del desarraigo y el abandono.


Las piedras guardan los secretos y los sentimientos de quienes les arrebataron su pueblo pero dejaron sumergida su identidad.



Pisar el suelo agrietado produce frio y eriza el vello. ¡Entre esas piedras se forjó la tragedia del abandono, la incertidumbre y la pena de sentirse expulsado, apátrida...



Los esqueletos de los árboles alineados, bajo los que los ancianos murmuraban sus eternas letanías y a los que los niños trepaban buscando nidos muestran sus ramas inertes.

Miñera de Luna ya no existe más que en los mapas de la memoria. 

La vieja rueda del molino recuerda los tiempos del trigo y el centeno de las fértiles vegas de la comarca.

La naturaleza, que se empeña en contradecir a los hombres para demostrar que es más poderosa


"Lo que hay debajo de un pantano es la devastación total y absoluta"
(Julio LLamazares)


Y volví a leer "Distintas formas de mirar el agua" , ya ya nunca miré igual a los pantanos

domingo, 10 de septiembre de 2017

¡Que empiece el curso!











Doblo el mandilón de cuadros azules y blancos, después de que mi madre hubiese bordado con hilo rojo las iniciales de mi nombre, con una cruz en cada cuadro y a tirones me tejiese las coletas bien apretadas.

Subo al desván a buscar la cartera roja con dibujos de Los Picapiedra y meto en ella, los colores de Alpino, la goma Milan y el cuaderno de Rubio con pauta, para aprender a escribir sin salirse de la raya, mientras  mi abuelo cuelga la cosecha de  fabes en el corredor del hórreo, y  mi abuela sentada a la sombra de la galería, va echando  las más grandes  en un cesto de carretero y las malas y manchadas en una lata vacía de aceite de La Giralda, agujereada y sujeta con un asa de hierro, mientras la brisa del norte refresca los primeros días de septiembre.
Calzo las botas azules con las que pisaré las hojas secas de los  castaños en noviembre, destrozaré el hielo de los charcos en enero y si aguantan, patearé las margaritas de marzo en el camino a la escuela.

Me visto con  la falda de cuadros verdes y rojos y los calcetines blancos que dejan al descubierto las rodillas renegridas y llenas de  cardenales,  testigos de un verano de juegos en la inmensa libertad de un pueblo sin más norma ni ley que el escondite, la BH roja y el trepar a cerezos, ciruelos y perales.

Voy a llegar a la escuela y ponerme al final de la fila con los ojos somnolientos; sentarme en el pupitre de madera y copiar en la libreta la fecha que la maestra pondrá en la pizarra.  

Aprenderé de nuevo a escribir las palabras más guapas de un mundo pequeño e inocente, sin salirme de la raya, de la pauta ni del contorno  que dibuja  el mapa del mundo en el que me gustaría vivir de mayor. 

Al volver a casa  mi padre me señalará el camino de las golondrinas que regresan  a un lugar lejano y mientras duermen en su armónico vuelo, va  madurando el maíz y se augura una buena seronda, que será el tiempo de poemas melancólicos y tardes amarillas, cortas y alfombradas.

¡Que empiece el curso!

domingo, 6 de agosto de 2017

¿A que huelen las fiestas de los pueblos?




Me resulta sencillo recordar las músicas y las voces se fusionan en  la memoria acústica; Tino Casal, Abba y Miguel Rios, pero resulta más complicado encontrar los aromas de aquellas fiestas de agosto. Temo desparramar el envase tan frágil que guardo en mi memoria y que se evaporen y esfumen.
La fiesta del pueblo huele a jabón verde de Heno de Pravia, a champú que pica en los ojos en un envase de plástico transparente en forma de rombo que ponía "De Huevo" a canela y arroz con leche quemado con el gancho de la cocina, a guiso de pollo con ajo y perejil, a eucalipto verde de los postes de la luz en la romería, a pólvora de los voladores, al primer cigarrillo Fortuna a Azur de Puig, al cítrico y madera de cedro de la colonia del chaval mientras bailabas Santa Lucia;  a hierba mojada del rocío de la noche, a maíz en flor, al incienso y las velas de misa de gaita, a algodón de vestido nuevo, a chorizo y pan calientes, a almendras garrapiñadas a sudor y sal;





 a verano y a dulzona y empalagosa juventud.
Mientras cierro el frasco de la esencia de mi memoria, llega el verano y la fiesta del pueblo y me encuentra oliendo las fotos amarillas de la lata de galletas.


domingo, 30 de julio de 2017

SAN ROMAN DE CANDAMO. DE HUMO Y PIEDRAS









Pasear sin prisa y  pensar al ritmo pausado de una mañana de verano gris y nublada, en un silencio interrumpido sólo por las campanas de la iglesia y algún gallo perezoso al que se le hizo tarde el amanecer;  un silencio que evoca despedidas y Penélopes tejiendo hasta la extenuación esperando regresos imposibles.

Hay piedras que hablan, de humo y de fortuna, de despedidas, de abandono, de identidades perdidas; de antepasados que subieron al pico Nolín a La Mafalla o al Bufarán a ver en el horizonte la mar que les llevaría lejos;  aquel puerto donde el dulce Nalón se fundía con la sal de San Esteban y donde la maleta pesaba tan poco que hasta la   brisa del amanecer la balanceaba al embarcar y al llegar a la otra orilla el aire  húmedo del malecón la recibía  con un cálido abrazo.
Atrás quedaban amores, padres y hermanos a los que quizá nunca volverían a ver y las piedras del santuario de arte de la Cueva de la Peña; paredes que fueron lienzos y humo de las hogueras que calentaban la vida hace millones de años... antes de la historia.


Casas de paredes fuertes,   hogares que quizá nunca se habitaron,  donde  el olvido y el desarraigo se apoderaron  de aquellos nobles muros  que se levantaron de piedras que hablan de humo de nuevo; que evocan las volutas de humo de aquellos puros tampeños que las manos de tantos candaminos modelaban con la ilusión y la esperanza de la vuelta a casa mientras el lector de la fábrica les contaba aventuras que les mitigaran el tedio y la nostalgia.




Porque algunos no volvieron y sus descendientes buscaron sus orígenes aferrándose a viejas fotos y buceando en archivos de papeles mustios y amarillentos,  para encajar la última pieza de una historia que a veces como en "Un legado de humo" tiene final feliz.




Porque aún, 100 años después  seguimos tejiendo redes que nos lleven "Al otru llau de la mar", para completar  albúmes aunque sean en blanco y negro. 





Con frecuencia las piedras cuentan historias y no te puedes resistir a escribirlas. San Román de Candamo susurra una historia en cada pisada.





"A todos mis antepasados que cantaban habaneras que olían a fresa"
( Esther Martínez)