viernes, 24 de febrero de 2017

Escribir no es tarea fácil. Amor en las palabras


Escribir no es tarea fácil. Alguno de mis amigos y compañeros controlan el tiempo que llevo sin entrar en el blog, lo cual significa que mis escasos lectores son fieles. Cierto es, que  solo hay que darle a la tecla y juntar letras, luego sílabas, componer palabras y frases y así hasta que logras crear algo parecido a una historia.

No hay otro fin que hacer que quien te lee se sienta conmovido, que le llegue al lugar donde le pueda provocar  alguna reación, sentimiento o emoción.
Siempre hay un sentimiento que se transforma en palabra, una emoción que incluso  ocupa tres líneas, un anochecer que te explota en la cabeza sino lo cuentas, y te sale un párrafo completo cuando miras tu propia sombra alargada al atardecer, o describes sin rubor lo que encontraste en una mirada o en un gesto.
Tengo amigos que pintan y cada pincelada de cada color dicen que significa un estado de ánimo; otros que ven en un segundo, lo que nadie sería capaz de captar en una vida y hacen de ello una creación única.
Hay sentimientos perturbadores, avasalladores, bruscos y repentinos que te incapacitan, que te paralizan; porque cuando  expones tanto,  el  pudor y miedo  pueden  dejar tiritando el alma. 

 Cuando  te depojas de todas las capas que deben abrigarla,  siempre hay alguien esperando a que te muestres vulnerable para provocar vientos que te hagan tambalear  o encienden  hogueras a tu alrededor  que te reducen  a cenizas, incluso paladeas ese sabor a humo en la boca.
Es importante protegerse o incluso disfrazarse para evitar que descubran que en fondo, sólo eres humano  frágil y equilibrado. 
En ocasiones  se alejan las nostalgias o se acercan demasiado los rencores o sencillamente no quieres  que la palabra meláncolica  te delate, o la alegre pueda dar  lugar a pensar que vives una existencia plena; porque hay quien no soporta la felicidad ajena cuando  no alcanza a encontrar la propia.
Por eso no escribo a veces, porque las comas se convierten en lamentos y los puntos y seguidos en cansancio.
Me quedan los paréntesis para reflexionar  y los puntos suspensivos para aferrarme al futuro y reconciliarme con el presente.

Seguiré buscando las sinfonías de las nubes y la mirada clara y transparente de tanta gente  que me demuestra día a día que merece la pena poner amor en las palabras y valor en cada uno de mis actos.