En los años 80 en la facultad, un profesor me hizo sentir por primera vez orgullosa de ser de pueblo al debatir en clase la diferencia entre ser de pueblo y ser pueblerino. Nos hizo ver que la mayoría de pueblerinos residen en las ciudades y solo tienen como referencia el barrio y al panadero de la esquina. Era una clase de filosofía, asignatura a la que yo no encontraba sentido y en la que creía siempre estar perdiendo el tiempo entre Aristoteles y Kant y después de haberme enterado por los presocraticos de que el mundo era muy difícil de entender, a finales de curso lo único que había despertado mi interés era que yo era de pueblo claramente.
Las razones no las tenían aun muy claras pero decidí que yo apostaría por seguir vinculada a una comunidad de la que a veces me sentí avergonzada sobre todo cuando pisé por primera vez el instituto y la profesora de gimnasia nos exigió un chandal, prenda que en Las Regueras no había visto nunca, ya que la gimnasia se practicaba en medio de la carretera,delante de la escuela... ,en todo caso en el campo de la iglesia o en el peor de los casos en los meses de junio y julio con una herramienta que en Oviedo desconocían tanto como yo el chandal; la denostada garabata.
Otro tipo de gimnasia muy común era andar delante de la pareja domada de vacas para arar la tierra ,que habitualmente se llamaban Carbonera, Rubia o Pinta en función de su color,o detrás de la burra que solía tener de nombre Pastora, para hacer los riegos de sembrar las patatas o el maíz y les fabes.
Otro tipo de gimnasia muy común era andar delante de la pareja domada de vacas para arar la tierra ,que habitualmente se llamaban Carbonera, Rubia o Pinta en función de su color,o detrás de la burra que solía tener de nombre Pastora, para hacer los riegos de sembrar las patatas o el maíz y les fabes.
Y que decir de los meses de verano donde el deporte rural por excelencia era pisar la hierba en el pajar para hacer sitio para la tanda siguiente, con la consiguiente letanía de estornudos, sin que nadie se preocupase de si existían los ácaros o las leguminosas o el polen causante de aquellos picores de nariz que eran producto de la hierba seca y bien curada,porque cuando estaba húmeda olía mal.
Mi vida deportiva o gimnástica comenzó con la compra de aquellos pantalones de espuma y la chaqueta con dos rayas blancas en los brazos que ahora mis hijos denominan "moda vintage". Completaba el uniforme un polo blanco y unos playeros Victoria. Equipada para la ocasión olvidé mis tiempos de deporte rural y me introduje en el la liga del deporte "reglado", es decir con reglas marcadas por aquella profesora de la que no recuerdo su nombre. Aunque para llegar a la pista deportiva de aquel centro de enseñanza debía levantarme a las siete de la mañana y subir a una línea (autobús) de Autos Llanera de color verde que olia a goma quemada y a asientos de skay rajados y rotulados con corazones y flechas. Era muy afortunada porque para llegar a la línea podía ir andando y en zapatos ya que el trayecto era por carretera y tardaba escasos tres minutos, no como los de otros pueblos que venían en madreñas y traían los zapatos en una bolsa y se cambiaban en el bar, y otros venían en burro a la parada del bus (linea) correspondencia con.....Oviedo.
Poco tiempo despúes casi fui aficionándome a aquel tipo de vida y los sábados por la mañana con gran disgusto para mi familia porque igual las clases en Oviedo me estaban trastornado comencé a correr de Santullano a Riello y Lazana ,como alma que lleva el diablo, empezaba la moda del footing, más conocido luego como running.
Además en aquella época del instituto llegó la moda de estar morena, bronceada, y ahí aún la aceptación familiar fue peor. Con lo guapa que era estar blanca como una manteca, seña inequívoca de que no hacías labores del campo y estabas a la sombra, como un señorita en edad de merecer...; eso sí ,ello no te eximía de ir a la hierba, pero siempre era recomendable ir con piernas y brazos bien tapados y sombrero de ala ancha para que la piel no adquiriera ese tono oscuro y cobrizo propio de gentes de aldea. En que quedamos? Pues no señores: yo voy al crudo sol de la hora de la siesta en camiseta de tirantes y pantalón corto - siempre que los prados donde se realizaba la ardua labor no fuesen muy visibles desde ningún camino, no te vayan a ver vestida impúdicamente-.
Mucho tiempo después mi casa se vio rodeada de nuevas edificaciones, nuevos vecinos y nuevas formas de ver la vida y el deporte. La nueva generación de residentes compraba artilugios variados para los alrededores de sus casas; hamacas para tumbarse al sol sin más motivo que colorear su piel atrapada en oscuras oficinas el resto de la semana; sombrillas, fuentes artificiales, perros para sacar a pasear no para ladrar ante las visitas extrañas y hacían barbacoas fuera de casa como si no tuviesen cocina de carbón ni de gas. Salían a correr los domingos enfundados en ropas y calzados de marca, y cirulaban en bicicleta con trajes apretados al cuerpo que emulaban al gran Luis Ocaña subiendo el Tourmalet.
- Donde irán a trabajar hoy domingo? -decía mi abuela-.
- No trabajan, van a hacer deporte guelita.
-Que ociosidad!
Pocos años más tarde mi casa de pueblo, mi hogar en Las Regueras, esta rodeada de macetas rellenas de tierra comprada en sacos de plástico, de hamacas, de sombrillas de colores, de bicicletas y hasta de barbacoa. Donde estaba el estercolero crece hermoso un tamarindo, donde se ubicaba la bara de hierba luce espléndido un arce americano, y el lugar que ocupaba la cuadra y la tenada lo hemos llenado de enseres que hemos encontrado en mercadillos, radios antiguas y herramientas de labranza, le hemos quitado la capa de cemento a la pared, y nos hemos encontrado la piedra que nos ha dado las gracias por resucitarla ; el pozo de agua que surtía a varios vecinos sigue allí pero con una función ornamental nada más, aunque agua sigue teniendo.
Seguiré siendo de pueblo? o me habré convertido en pueblerina? Creo que mas bien es correcta la primera respuesta porque también sembramos arbejos, plantamos cebollin, alguna patata y los abonamos con auténtico estiércol( cucho) y a veces hasta hacemos embutido y lo curamos..... Ah¡ y tenemos pendiente recuperar el horno de leña...pero seguimos haciendo arroz con leche en la cocina de carbón y quemando el azúcar por encima con el gancho ¡ que rico!¿ Que opinaria mi guela?