domingo, 9 de abril de 2017

Día de Ramos y dolor de barriga.



Solíamos ir a buscarlos el día anterior; tenía que ser el laurel más florido de la contorna.
 Era casi siempre la abuela la que esa noche, se encargaba de coser las  rosquillas y  caramelos a las ramas. Clavaba una naranja en el pequeño tronco y el zumo iba poniéndonos la mano pringosa camino  de la misa de Ramos, con la piel de gallina en las rodillas, porque había que estrenar ropa de primavera aunque nevase.
 Batiéndolos tanto para que nos llegara el agua bendita, alguien terminaba metiendo siempre una caña por el ojo del que tenía al lado.
Siguiendo  la tradición después de bendecirlo lo llevábamos a casa del padrino o la madrina, en una especie de economía de trueque, ya que al domingo siguiente él o ella o en el mejor de los casos, ambos nos regalaban un bollo lleno de plumas de colores.
Recuerdo que en el camino a casa de la madrina, a  escasos 300 metros de la mía, me sentaba a comer las rosquillas y caramelos con la ayuda de alguna amiga.
 No se porqué siempre recuerdo el olor a laurel ligado al dolor de barriga.
¡Que tiempos!