Escribir no es tarea fácil. Alguno de mis amigos y compañeros controlan el tiempo que llevo sin entrar en el blog, lo cual significa que mis escasos lectores son fieles. Cierto es, que solo hay que darle a la tecla y juntar letras, luego sílabas, componer palabras y frases y así hasta que logras crear algo parecido a una historia.
No hay otro fin que hacer que quien te lee se sienta conmovido, que le llegue al lugar donde le pueda provocar alguna reación, sentimiento o emoción.
Siempre hay un sentimiento que se transforma en palabra, una emoción que incluso ocupa tres líneas, un anochecer que te explota en la cabeza sino lo cuentas, y te sale un párrafo completo cuando miras tu propia sombra alargada al atardecer, o describes sin rubor lo que encontraste en una mirada o en un gesto.
Tengo amigos que pintan y cada pincelada de cada color dicen que significa un estado de ánimo; otros que ven en un segundo, lo que nadie sería capaz de captar en una vida y hacen de ello una creación única.
Hay sentimientos perturbadores, avasalladores, bruscos y repentinos que te incapacitan, que te paralizan; porque cuando expones tanto, el pudor y miedo pueden dejar tiritando el alma.
Cuando te depojas de todas las capas que deben abrigarla, siempre hay alguien esperando a que te muestres vulnerable para provocar vientos que te hagan tambalear o encienden hogueras a tu alrededor que te reducen a cenizas, incluso paladeas ese sabor a humo en la boca.
Es importante protegerse o incluso disfrazarse para evitar que descubran que en fondo, sólo eres humano frágil y equilibrado.
Cuando te depojas de todas las capas que deben abrigarla, siempre hay alguien esperando a que te muestres vulnerable para provocar vientos que te hagan tambalear o encienden hogueras a tu alrededor que te reducen a cenizas, incluso paladeas ese sabor a humo en la boca.
Es importante protegerse o incluso disfrazarse para evitar que descubran que en fondo, sólo eres humano frágil y equilibrado.
En ocasiones se alejan las nostalgias o se acercan demasiado los rencores o sencillamente no quieres que la palabra meláncolica te delate, o la alegre pueda dar lugar a pensar que vives una existencia plena; porque hay quien no soporta la felicidad ajena cuando no alcanza a encontrar la propia.
Por eso no escribo a veces, porque las comas se convierten en lamentos y los puntos y seguidos en cansancio.
Me quedan los paréntesis para reflexionar y los puntos suspensivos para aferrarme al futuro y reconciliarme con el presente.
Seguiré buscando las sinfonías de las nubes y la mirada clara y transparente de tanta gente que me demuestra día a día que merece la pena poner amor en las palabras y valor en cada uno de mis actos.
Pase un buen rato al leer tu ingenioso ensayo, real muy ertero, y bordado con filigranas letras, coms, puntos y demás condimentos del idioma.
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